La Casa de Cadenas - Libro IV: La Casa de Cadenas (Parte III) - Mis Vidas de Papel

La Casa de Cadenas - Libro IV: La Casa de Cadenas (Parte III)

Capítulo veinticuatro

ESCENA UNO

Gamet observa el campamento descontento. El ejército está nervioso por la marcha precipitada de Tavore hacia el enemigo. Keneb comenta que Dom ha preparado el terreno para ellos. Gamet dice que Tavore tiene que haber pensado en ello y se supone que Tavore lo explicará en una reunión antes del amanecer. Tavore ha colocado la legión de Keneb (un tercio del ejército) para impedir la retirada del enemigo, una asunción prematura de victoria que ralla la locura. Los guerreros a caballo de Tavore están en la retaguardia, tanto por falta de espacio y para cubrir una posible retirada malazana. Tavore llama a Gamet; desde la colina pueden ver al enemigo y Tavore señala a Dom y Reloe, quien está buscando magos entre los malazanos. Nada y Menos no pueden ser detectados debido a la otataralita de Tavore. Ella pregunta si Gamet cree que Dom está confiado y Gamet piensa que quizás esté debilitada, pues todo parece demasiado fácil. Mirando a los brujos wickanoa, Gamet se sorprende de lo que han crecido. Al rato Tavore anuncia que Reloe ha terminado su búsqueda y necesita irse a descansar, se deshace de su espada y pide a Gamet unas gotas de su sangre para un ritual. Nada y Menos hablan de espíritus airados, de una canción de guerras y guerreros, vuevo y viejo. La tierra recuerda todas las batallas libradas allí, un poder mucho mayor que el de la diosa, que quiere robar esa senda y parasitarlo para alimentarse de esos recuerdos. Tavore pregunta si los espíritus se resisten y los dos asienten: los fantasmas no proyectan sombras y dicen que Tavore tenía razón, aunque no saben si será suficiente. Depende de si el maestro del Espolón hace lo que Tavore cree que hará, una víbora oculta en el campamento de Sha’ik. Gamet es sacudido por el ritual y oye una música lejana, una canción irreconocible. Tavore advierte a Gamet que regrese con su legión y diga a sus oficiales que pueden aparecer durante la batalla del día siguiente unidades que no reconocerá, que pedirán órdenes, y deben dárselas como si estuvieran bajo su mando. Gamet se aleja con dolor de cabeza y sintiendo que la canción parecía haber envenenado sus venas hasta la locura. Se aleja lamentándose: No soy más que un soldado.

ESCENA DOS

La canción brota feroz en el cerebro de Violín. Botella logra crear un hechizo de sliencio y Violín vuelve a ser consciente del pelotón. Botella pregunta si puede oírla ahora y Violín dice que sí, pero débil y alejada. Botella explica que los espíritus están despertando y llegaron hasta é (Violín) porque la sangre mortal tiene su propia canción, lo recuerdan y están ansiosos por añadir sus voces. Violín le pregunta por qué y Botella miente, diciendo que no lo sabe. Violín cree que está condenado a morir allí, en la batalla. Es un Abrasapuentes y ellos nacieron en el crisol de Raraku. Botella señala que los Abrasapuentes fueron exterminados y Violín asiente. Luego comenta que no será una batalla habitual, no solo matar y morir. Botella sigue diciendo que ese lugar es complicado. Coge una roca y dice que es un hacha eres 'al, que lanzaban al lago como ofrenda. Violín no sabe de qué habla y Botella explica que los eres eran anteriores a los Imass, los primeros fabricantes de herramientas, los primeros forjadores de su mundo y que encontró a una de ellos en su canción. Ella fue la que le otorgó el silencio. Violín piensa en Kimloc, que robó su historia y la de los Abrasapuentes, e hizo de ella una canción, devolviéndolos a Raraku. Violín agradece la ayuda y Botella dice que se lo transmitirá a la bruja eres la próxima vez que la vea. Botella se va y Violín se da cuenta que Botella no dijo nada que hiciera pensar que la eres volvería y se pregunta si será su última batalla y se unirá a los Abrasapuentes, a quienes extraña. Mira al oasis y piensa: Kalam Mekhar. Me pregunto si sabes por qué estás aquí.

ESCENA TRES

En el campamento de Leoman, un chamán realiza un ritual y ve otros ejércitos aparte de los acampados. Leoman le dice a Corabb que vaya a ver a Sha'ik pare saber cómo se distribuirán las tribus de Mathok. El chamán grita: ¡Están aquí! ¡Los perros, Leoman! ¡Los perros wickanos! Leoman cree que está loco. En el camino Corabb encuentra un mensajero de Leoman muerto y siente dos fuertes golpes en su espalda que casi lo tiran del caballo. Los dos cuadrillos se habían clavado en el eje de la lanza que llevaba a la espalda.

ESCENA CUATRO

Heboric piensa que la mente de Scillara se está limpiando del durhang. Quiere encontrar a L'oric y para que vaya con ellos, y luego irán a por Felisin. Ella le dice que la lleve a la oscuridad y Heboric responde que lo hará en cuanto llegue.

ESCENA CINCO

Sha'ik mira el ejército Malazano y a Dom al frente. Ahora que están todos en su lugar, todo le parece inútil, el juego de tiranos asesinos, empujando a sus ejércitos a un choque inevitable, sin importar las vidas que se perderán por sus deseos. Un hambre estúpida por el poder, pues Siete Ciudades nunca descansará bajo el yugo de Lassen. Serán esclavizados, ¿y qué se gana así? Su diosa le parece igual a la emperatriz, ansiosa por empapar la arena de sangre. Pero Raraku no pertenece a Dryjhna, es santo en sí mismo. Mathok interrumpe sus pensamientos para señalar a Tavore al otro lado. Sha'ik comenta el intento fallido de Reloe de encontrar magos supremos en sus filas. Mathok identifica a Nada y Menos, pero Sha'ik dice que su espíritu está roto tras la Cadena de Perros y quizás Tavore los oculta a la sombra de su espada para ocultar su debilidad o sembrar la duda. Reloe se va y Sha'ik siente el poder del ritual wickano, haciendo retroceder a la diosa, Raraku respondía la llamada: una multitud de voces levantándose en la canción, elevándose con un deseo implacable, el sonido de incontables almas que luchaban contra las cadenas que los ataban. Cadenas de sombra de ese fragmento desgarrado y extraño de senda, alzado para atar sus almas y alimentarse de su fuerza vital. Sha’ik pregunta a Mathok dónde está Leoman, sabiendo que lo necesitan y observa a Dom mirando al enemigo confiado. Nada era lo que parecía. El sol cae en tonos carmesí y observa las sombras atravesar la tierra mientras se enfría su corazón.

ESCENA SEIS

Heboric y Scillara escuchan el eco lejano de la canción. Heboric sacude la sin decir nada. Las calles están vacías y se siente el miedo. Scillara se pregunta dónde están las niñas espías de Bidithal. Heboric replica que sin ellas Bidithal está ciego y afirma que esa noche se derramará sangre; los actores ya en posición. Sciralla replica que Bidithal le había dicho que el mundo iba a cambiar esa noche, que él (Bidithal) sueña con la verdadera Oscuridad. Sombra no es sino un comienzo, un reino impostor nacido del compromiso y que los fragmentos deben ser devueltos a la Primera Madre. Heboric responde que Bidithal está loco si piensa que él es una fuerza digna de implicarse en la más antigua de las batallas. Bidithal decía que algo se acerca y sólo él podrá controlar, porque sólo él recuerda a la Oscuridad. 

Se dirigen al templo de Bidithal y son sorprendidos por dos asesinos de Dom, a los que Heboric mata. Tres cuadrillos lo golpean (a Heboric) hiriéndolo y le pide a Sciralla que huya al bosque de piedra. Tres hombres aparecen y Heboric espera el golpe final en silencio. Heboric siente una presencia a su lado. Los asesinos le dicen a los "espectros" que se vayan, pero los recién llegados no hacen caso. Uno de los asesinos trata de desterrar a los espectros en nombre del Embozado, pero el fantasma se ríe, replicando que siente su poder, pero el Embozado no pinta nada allí. Se inicia una pelea que acaba con sangre en el suelo. Uno de sus salvadores dice que deberían haber mantenido vivo a un asesino para enviarlo a Dom, pero quieren mantener el efecto sorpresa. Creen que Heboric vivirá al ser Destriant de Treach. Scillara regresa y los espectros se van, explicando que no harán nada hasta el amanecer. Scillara le dice a Heboric que no pudo ver a los soldados que lo ayudaron. Heboric le pide que le saque los cuadrillos para poder curarse y vuelvan al templo. Pierde el conocimiento.

ESCENA SIETE

Sha'ik observa la armadura de Sha’ik la Mayor, preguntándose por sus opciones. Sienta a la diosa en su mente, un poder ascendiente que utilizaría a Sha’ik cuando llegara el momento para matar a su hermana. L'oric entra en su tienda con armadura blanca. Mathok ha dejado más de 300 guerreros vigilando su palacio, temeroso de cualquier traición. Ella responde que la diosa la protege y no hay nada que temer. L’Oric advierte que habrá una convergencia esa noche, que los ascendientes se están reuniendo y la traición está en el aire, que Raraku está despertando. A ella no le importa, cree que no puedo ser tocada ni la diosa rechazada, pues su rabia lo consume todo. La voz del Santo Desierto es su grito de muerte, devorado por el Torbellino y cualquier ascendiente que se acerque será aniquilado. Sha’ik se encoge en su armadura. Dos guardias arrastran al interior a Corabb, que les dice que es el único mensajero de Leoman que ha llegado vivo, perseguido por asesinos. Sha'ik ordena a Corabb que vuelva con Leoman y le diga que regrese para tomar el mando de su ejército y que informen de ello a Dom. L’Oric se va, es de noche y los asesinos están activos. Pasa por las trincheras de reserva donde están los Mataperros, una fuerza independiente marcada por la carnicería de sus actos. Saben que los malazanos no les darán cuartel y están entregados a Dom. Se pregunta si se rebelarán si Leoman asume el mando y piensa que Sha'ik esperó demasiado para hacerlo, aunque considera la posibilidad de que lo hiciera a propósito para sorprender a Dom, sin tiempo para contrarrestar su movimiento. 

Llega a la tienda de Dom y pide audencia, aunque debe renunciar a su senda primero; L’Oric acepta. Dom está sentado en una enorme silla de madera con símbolos arcanos hengeses, de la antigua ciudad de Li Heng, en el corazón del Imperio de Malaz. Dom le dice a L'oric que es un necio por haber ido allí, advirtiéndole que nos son aliados. Loric dice que Sha'ik exige su presencia, pero Dom sabe que es para quitarle el mando, algo que no aceptarán los Mataperros. L'oric pregunta si traicionará al Apocalipsis y Dom replica que depende de Sha'ik. L'oric advierte que la diosa ya no lo tolera. Dom duda de que la diosa destruya a su ejército (los Mataperros). L'oric replica a Dom, que piensa en una batalla táctica como soldado, pero entiende que eso es indiferente al Torbellino. A la diosa no le importa la victoria o la derrota, solo desea destrucción. Malazanos muertos en el campo de batalla, Mataperros en sus trincheras, una escalada de brujería para transformar las arenas de Raraku en una ruina roja. Dom se burla diciendo que la diosa no puede llegar a él en ese lugar santificado, pero L'oric ve su preocupación y le advierte que la diosa no se molestará en él por sí misma. Dom sugiere si será L'oric su asesino y éste lo niega, diciendo que ni siquiera es un mensajero, sólo la voz del sentido común. El tema es a quién dejará cruzar sus defensas para hacerlo. Dom hace un gesto y apuñalan a L'oric por la espalda, dejándolo herido pues no retiró del todo las capas más ínternas de Kurald Thyrllan, pero queda sangrando en el suelo. Dom empieza a gritar órdenes y piensa: la sangre es el camino y tú la has abierto.

ESCENA OCHO

Ranagrís le dice a Felisin que tiene que dejarla para ir con su mi hermano. Felisin pregunta si L'oric tiene problemas y el demonio responde que hay oscuridad esa noche, la cara de la Madre se ha girado y lo que viene no puede ser encadenado. L’Oric no puede sufrir más daño, pero su camino está libre para comer humanos esa noche. Siente las sombras plagadas de peligro, ningún camino despejado, ni siquiera el de la sangre. Le pide que se quede en el bosque hasta el amanecer esperando a un aliado. Scillara llega, diciendo que Heboric la envía y explica que trataron de matarlo y está sanando en su templo.

ESCENA NUEVE

Los Tiste Liosan están cerca del oasis, esquivando a Karsa que llega en su caballo, arrastrando mil almas con cadenas etéreas a las que Karsa es indiferente, la espada de piedra colgada a la espalda, poseída por dos espíritus con sed de sangre. Jorrude le dice al resto que los intrusos están acampados entre el ejército malazano y al amanecer los Liosan los golpearán. Se dirigen a las colinas y Jorrude comprueba que Karsa no los haya visto allí escondidos (algo innoble para ellos). Dan las gracias a Osric porque Karsa no los ha descubierto.

ESCENA DIEZ

Karsa observa a los Liosan, a los que había descubierto antes que ellos a él y piensa que hay muchos enemigos en el oasis y ninguna noche dura para siempre.


Capítulo veinticinco

ESCENA UNO

Febryl está sentado en un risco, su senda extendida por todo el oasis, mejorando sus sentidos. Siente los poderes convergentes, los asesinos de Dom que salen a hacer sus tareas, Reloe que vuelve de su viaje, los malazanos cavando. Siente moleso una canción extraña, la voz de Raraku; la sensación de que el Embozado Hood está cerca, enmascarando otras presencias, la agitación de los espíritus. Espera otro apocalipsis sobre las inquietas arenas de Raraku.

ESCENA DOS

Arrastran a L'oric a un lado de la tienda para dejarlo morir que escucha las órdenes de Dom: Henaras debe soltar a sus asesinos para matar a los espías de Bidithal y a Scillara,  Durly debe ir a Tavore y entregar el mensaje de Dom, para que haga volver a sus asesinos (Tavore), para que no le hagan el trabajo a la Diosa Torbellino. La cuarta compañía y Fayelle deben bloquear el regreso de Leoman y Ethume debe matart a Febryl. Henaras dice que siente poderes terribles, y Dom replica que por eso necesitan a Tavore y su espada. Dom pregunta si están seguros allí y Henaras asiente por los hechizos lanzados por ella, Fayelle, y Reloe.
Ranagrís aparece y se lleva a L'oric, diciéndole que llegan cosas siniestras y deben esconderse. L'oric accede, pidiendo al demonio que lo deje en algún lugar seguro y vuelva a proteger a Felisin de sus asesinos.

ESCENA TRES

Kesanal, uno de los asesinos de Dom, observa a Scillara y Felisin. Manda a su grupo a rodearlas mientras lanza un hechizo de ofuscación que parece funcionar hasta que todos son liquidados de repente por Karsa.

Felisin y Scillara se recuperan y Karsa pregunta por Biditha, Leoman, Febryl, Dom, Reloe y Heboric. Felisin sabe que los quiere matar a todos menos a Leoman. Scillara le dice a Karsa que los busque por su cuenta.

ESCENA CUATRO

Mathok mira los cadáveres de los últimos asesinos enviados para matarlo. Ordena a T'morol que reúna su clan y va a buscar el Libro de Dryjhna que Sha'ik le había confiado.  Luego se reúne con T'morol y el clan y les dice que van a unirse a Leoman. El resto de los clanes deben vigilar a Sha'ik. Al día siguiente calibrarán si deben retirarse para salvar el libro.

ESCENA CINCO

Heboric siente la hechicería que cubre todo el oasis. Los fantasmas acechan la ciudad y los dioses quieren ser testigos de lo que estaba por venir. Testigos, o aprovechar el momento para actuar, ese tipo de juegos que Heboric tanto despreciaba, fuente de su desafío todos esos años, la forma de su crimen, por la que se llevaron sus mis manos. Sabe que es indiferente a Treach, un destriant reticente para el nuevo dios de la guerra, a pesar de sus regalos (las manos). Sabe que le espera la isla Otataral y el gigante de jade, el regreso del poder. Aunque sabe que hay un engaño, en secreto que conoce, pero al que aún no ha dado forma. Sale de su tienda.

ESCENA SEIS

Kalam guarda la bellota en su cinturón y sale de la grieta, sintiendo la canción y el despertar de poderes en el oasis. Entra en el oasis y se topa con una mano de asesinos que se mueven diferentes a las garras. Se da cuenta de que son espolones y se pregunta si eso es lo que Cotillion quería confirmar. Los mata a todos, enviando saludos se la garra al oído del último. Supone que su objetivo está dentro del edificio al que se dirigían. Se dirige hacia allí y ve los cadáveres de tres chicas jóvenes y dos senderos de sangre que van hacia el templo. Sigue su camino, sintiendo que ha sido recientemente santificado. En su interior encuentra otro cadáver, asesinado con magia y ve sombras dentro; saca su cuchillo otataralita. Dentro hay una niña rodeado por otros tres cadáveres. Ella le pregunta si recuerda la oscuridad y Kalam le dice que no se mueva y vivirá.

Bidithal habla desde el otro extremo, diciendo la niña está ida y que no son enemigos, pues de hecho, intentan matarlo Dom y Reloe. Le pregunta a Kalam si quiere que li diga dónde están. Kalam replica que ya los encontrará y Bidithal le advierte que su cuchillo de otataralita no es suficiente en templo, pues se equivoca con la naturaleza del lugar. Odena a Silgar que le dé vino a Kalam. Silgar se arrastra con una bandeja a la espalda con una jarra. Bidithal se disculpa por la lentitud de Silgar, y se presenta como el archisacerdote de todo lo que está roto, herido y sufre. Habla de su despertar y su culto, avisando que ese fragmento de Kurald Emurlahn, no sería de la diosa del desierto, ni de la Emperatriz, sino que se convertirá en el corazón de la nueva Casa de Cadenas. Advierte que la emperatriz debe apartarse, pues son indiferentes a quién gobierne más allá del Santo Desierto. Puede quedárselo todo, incluso a Sha'ik también. Kalam dice que la oferta es interesante, pero que está llena de mentiras. Bidithal confirma que necesita a Sha'ik hasta el día siguiente, pero que le ayudará con Febryl y Dom, diciéndole que Dom quiere volver a Laseen, usando a Sha'ik para negociar su posición y Febryl tiene sus propios deseos.

Kalam sabe que Bidithal quiere matarlo y le pregunta si él ha llamado a los dos mastines de Oscuridad que vienen; llamándolo loco si él (Bidithal) o el dios Tullido piensan controlarlos. Bidithal replica que los mastines buscan un amo y Kalam comprende que Cotillion tenía razón sobre el Encadenado. Kalam le advierte que allí no hay nadie al que se someterán y matarán a todo el oasis, pero Bidithal replica que él tiene un gran poder y que Kalam tenía razón al pensar que no iba a dejarlo vivo; Bidithal esperba el regreso de su servidor de sombra. Dice que ahora se marchará porque hizo una promesa a Sha'ik y debe mantenerla y, que si Kalam por milagro sobrevive, él (Bidithal) no le impedirá ir tras Dom y los otros.

Bidithal desaparece en la oscuridad y Kalam siente un escalofrío ante la familiaridad de esa hechicería, luego los espectros atacan. Con el chuchillo de otataralilta y la ayuda de Cotillion, sobrevive.

ESCENA SIETE

Karsa matado a muchos de los asesinos de Dom, entra en la tienda de Heboric pero está vacía, así como el pozo de Leoman. Va al templo de Bidithal y oye escucha la lucha de Kalam. Mientras, Silgar aparece arrastrándose y le pide a Karsa que mata a Kalam y Cotillion. Karsa replica que no acepta sus órdenes, pero Silgar le dice que son hermanos de Casa: Karsa el Caballero de Cadenas, Silgar el Leproso, y Bidhital el Mago; todos escogidos por el dios Tullido. Silgar sigue diciendo que Bidithal ha huído y la Garra y su dios patrón están matando a sus sirvientas de sombra. Karsa, como el Caballero, debe matar a sus enemigos. Karsa está de acuerdo y mata a Silgar diciendo que él no sigue a ningún dios patrón. Busca pistas para encontrar a Bidithal.

ESCENA OCHO

Corabb regresa al campamento de Leoman con guerreros de Mathok y explica a Leoman que Sha'ik quiere que reemplace a Dom como comandante. Corabb explica que los asesinos de Dom están por medio, pero no desafiarán a toda su fuerza y que Sha’ik quiere ver a Dom, arden que él (Dom) ignorará. Leoman pregunta si Corabb cree que los mataperros lo seguirán a él y Corabb replica que no tienen opción. Leoman ordena levantar el campamento para volver con Sha'ik.

ESCENA NUEVE

Kalam sale del templo alucinado por la habilidad como asesino de Cotillion. Además ha hecho lo que el dios le pidió, encontrar la fuente de la amenaza al reino de Sombra, el fragmento de Kurald Emurlahn es el camino a la usurpación por parte del dios Tullido; la Casa de Cadenas había entrado en juego, un problema de Cotillion y Tronosombrío, pues él tiene tareas más inmediatas. Ve el cadáver de Silgar; el corte de una espada imass. Se dirige hacia donde cree que estaría Dom, sintiendo las pesadas capas de hechicería fluir. Llega a la zona fortificada y observa soldados salir, aunque está seguro de que Dom estará protegido. Kalam se acerca furtivamente hasta tienda de mando y prepara sus armas cuando Reloe aparece por un portal y entra en la tienda con tres asesinos. De repente, una mano se posa en el hombro de Kalam y una voz susurra: ojos al frente. Kalam reconoce la voz, aunque el hombre murió antes de que Torva tomara el trono; un rostro salpicado de ácido. La voz sigue: cierto, la compañía que comparto y no yo no nos soportamos. Le ofrece una distracción para que pueda entrar. El fantasma se va y Kalam se pregunta qué pasa: ese capitán renegó, se encontró su cuerpo en la ciudad de Malaz la mañana después de los magnicidios o lo que parecía su cuerpo. Al instante se oyen gritos y municiones Moranthianas que alejan a los guardias, excepto a dos que Kalam mata antes de entrar en la tienda. Dentro hay un espolón que lo reconoce, al que Kalam mata. Tras Kalam habla Reloe con dos espolones, diciendo que esperaban un ataque de la Garra, pero no al fantasma. Reloe no puede usar magia debido al cuchillo de otataralita de Kalam. Los espolones se preparan para atacar y Kalam lanza la bellota al suelo, distrayendo lo justo a los espolones para que Kalam los mate con sus ballestas. Reloe abre su senda y lo ataca una oleada de magia. Ben el Rápido sale de donde la bellota había caído y, arrodillándose junto a Reloe le dice, que ellos siempre responde ante la deslealtad. 

Kalam nota a Ben más viejo, desgastado por los acontecimientos. Kalam si Rápido había causado la distracción y el mago lo niega; ni él ni el Embozado que está por todo Raraku y advierte a Kalam que Henaras está con Dom cerca. Entran en una sala y encuentran el cadáver de Henaras, en su pecho una perla. Encuentran a Dom en su silla aterrorizado, que les dice que ha enviado un mensaje a Tavore explicando que está listo para atacar a Sha'ik con su ejército. Kalam replica que si piensa que son la respuesta de Tavore se equivoca. Dom se sorprende al ver a Ben, a quien creían muerto junto al resto de Abrasapuentes o todavía en Genabackis. Ben explica que Tayschrenn le envió para usar su hechicería para acelerar la flota de Dujeck a Siete Ciudades, habían llegado a Ehrlitan hace una semana. Dom responde que lo que queda de esas legiones, mientras Kalam se queda aturdido pensando: ¿Los Abrasapuentes muertos? ¡Whiskeyjack! La hueste de Unbrazo. Dom intenta negociar, diciendo que pueden trabajar juntos para pacificar Siete Ciudades y llevar a Sha'ik a Laseen. Ben replica que si Dom cree que obtendrá el perdón de Lassen está loco y cuando Dom de repente ataca, Kalam lo golpea. Lo atan y Kalam pregunta por los Abrasapuentes y Whiskeyjack. Rápido responde que están muertos, salvo Rapiña y un puñado y promete que se lo contará todo más tarde. Kalam, conmocionado, tiene ganas de matar, pero Ben le pide que retenga sus sentimientos de momento.

ESCENA DIEZ

Bidithal se dirige al palacio de Sha'ik, la necesita a ella y la diosa; aún cree posible la victoria. Sabe lo ha hecho Febryl y conoce los planes de Dom y Reloe para el amanecer. Escucha los gritos en el campamento de los Mataperros y piensa que Kalam lo ha logrado. Se acerca al palacio para avisar a la diosa a la amenaza que se cierne, algo que la diosa reconocerá. De repente, Karsa aparece y lo arroja al suelo, diciendo que bebería haberla dejado en paz. Bidithal grita que son siervos del mismo dios, pero Karsa le arranca pene y testículos, metiéndoselos en la boca después como castigo por cada niña que destruyó. En la Puerta del Embozado aparecen demonios de la misma naturaleza que Bidithal: una vida de placer vicioso, una eternidad de dolor. Incluso el Embozado comprendía la necesidad del equilibrio.

ESCENA ONCE

Lostara sale de su escondite, pero Cotillion aparece y le dice que espere. Perla sigue durmiendo aunque Cotillion respliza Perla siente lo que se acerca. Cotillion explica que hay veces que es aconsejable dar un paso atrás y esperar. El Desierto Sagrado siente que un antigui enemigo se acerca y responderá si es necesario. El fragmento de Kurald Emurlahn que la diosa Torbellino reclama se manifiesta, está formando un portal suficientemente grande como para tragarse el oasis, el corazón inmortal de Raraku. Pero ella está siendo manipulada por el dios Trullido, que quiere ese fragmento para su Casa de Cadenas. A Lostara no le importa eso; ella y Pearl están allí por Felisin. Cotillion explica que ya la han encontrado, pero está fuera de su alcance por el momento. Lostara esperará a que el camino se despeje. Cotillion se marcha.

ESCENA DOCE

Febryl mata a todos los asesinos de Dom que querían matarlo. Siente que Dom y Reloe están muertos. Espera que el oasis despierte en medio de la pesadilla, todo iba perfectamente. Karsa de repente aparece y lo mata.

Karsa siente a Urugal gritando en su cabeza, tratando alejarlo del oasis, algo que no le gusta. Siente mil cadenas fantasmales que tiran de él. Gruñe y se inclina hacia delante; es el amo de esas cadenas y no se entrega a nadie ni nada. Seguirá hacia delante sin resistencia o las cadenas se romperán. Oye unos aullidos y piensa que ya han llegado. Las cadenas ya no lo retienen.

ESCENA TRECE

Gamet yace con un dolor de cabeza increíble. Se desvanece y se despierta con su armadura, sin dolor ninguno  en la salida de la tienda. Sala a por su caballo y cabalga para unirse en la cresta a Nada, Menos, y Larva, que señala al ejército: ve con ellos Puño le dice. Gamet accede. Un jinete le pide que se una a ellos, aunque Gamet replica que su cometido es el mando. El jinete responde que no esa noche, que luche con ellos como el soldado que es, como en las viejas batallas, protegiendo a sus compañeros hacia la libertad y la gloria. Gamet siente su sangre arder, asintiendo. Atacan a los desprevenidos Mataperros y Gamet oye gritos por todos lados, extrañamente silenciosos, sonidos de batalla que parecían lejanos. Las mariposas descendían en enjambres sobre la carnicería en las trincheras por los clanes wickanos. Ve el horror de los Mataperros Gamet y los suyos los masacran. Podía oír la canción de la batalla, alzándose hasta el clímax. Piensa que necesitan una canción, esperada mucho tiempo, para honrar sus acciones, sus luchas, vidas y muertes. Necesitan su propia voz para defender hasta los recuerdos. El jinete que le había pedido que se uniera monta a su lado, una mujer de piel oscura con ojos azules y piel castigada por el desierto. Gamet dice que hay más enemigos, pero ella se ríe y le dice que su batalla ha terminado; otros lucharán mañana. En la orilla otra vez pregunta si se unirá a ellos. Él asiente y ella dice si dejará a sus amigos. Gamet asiente y ella sonríe. Mira a los Mataperros muertos y piensa: venganza. Ella lo comprenderá y estará complacida. Como yo. Adiós, consejera Tavore.

ESCENA CATORCE

Violín observa el noroeste; algo no tiene sentido. Koryk dice que no van a entrar en combate al día siguiente. Violín replica que no hay gloria en la batalla, pertenece a fantasmas y poetas. Koryk pregunta por qué está allí entonces, y Violín replica que la canción lo llamó, que Ben podría explicarlo mejor, pero él cree que los Abrasapuentes muertos han ascendido. Koryk pregunta si él planea morirse pronto, cosa que Violín niega. Violín casi oye el sonido de una batalla, la sensación de amigos peleando. Entonces dos aullidos perforan la noche y la oscuridad sobre el oasis cambia.

ESCENA QUINCE

Mathok y Leoman se encuentran. Mathok explica Raraku y sus fantasmas han despertado. Leoman pregunta si son sus enemigos, algo que Mathok no sabe con certeza. Explica que ha colocado a sus clanes entre los malazanos y Sha'ik, pero teme que la batalla ya esté perdida. Añade que trae el Libro Sagrado y Leoman sugiere Y'Ghatan. Mathok asiente; su tribu (9000 hombres) se unirá él. Leoman  dice que no tiene opción ni tiempo para modificar las tácticas y pregunta por Sha'ik. Mathok informa que la diosa todavía la sostiene; los asesinos de Dom han fallado. Leoman cree que Dom habría anticipado eso y tiene algún otro plan. Mathok quiere ir a ver a Sha'ik y explica que el Libro Sagrado es una historia, no una profecía. Leoman está de acuerdo y se despiden. De repente son atacados por los Mataperros; Leoman salta al caballo de Corabb y los dos huyen.

ESCENA DIECISEIS

Ben y Kalam llevan a Dom a cuestas y esquivan un grupo de fantasmas de infantería. Ambos escuchan la canción en su cabeza. Ben explica que es la canción de un caminante espiritual Tanno para los Abrasapuentes, pero para ello los Abrasapuentes tenían que morir como compañía, aunque no todos sus miembros. Recuerda a Violín diciendo algo sobre un caminante espiritual en Ehrlitan. Ben confirma que los Abrasapuentes han ascendido, aunque no sabe lo que eso significa, nunca había oído hablar de algo así, una compañía entera. Kalam replica que ya pasó con los t'lan Imass. Ben asiente y comenta que los fantasmas de Raraku se han levantado en esa canción, y Ben ha visto estandartes wickanos atacando a los Mataperros y no es cosa de Tavore, pues su espada y la oscuridad que se cierne sobre el oasis lo oculta todo, una hechicería primitiva. Kalam habla de los mastines, semejantes a los de Sombra, pero peores de algún modo. Ben replica: mastines de Oscuridad, los Deragoth, y se pregunta quién rompió sus cadenas y qué están haciendo justo delante de ellos, en el oasis.

ESCENA DIECISIETE

Los mastines son del tamaño de un caballo, con rasgos de hiena y oso. Habían venido a destruir, desgarrar la vida de toda carne, burlarse de toda pretensión de dominio en un mundo nuevo para ellos. Nuevo, pero que había sido antiguo. Cambiado. Un mundo de vastos silencios donde parientes y enemigos habían abierto gargantas en desafío fiero; y eso los inquietaba. Habían venido a destruir, pero dudan al encontrarse frente a Karsa. Karsa explica que el dios Tullido ha reconsiderado su ambición y se enfrenta a los Deragoth, quejándose de su pueblo, apaciguados por la civilización y la paz absurda, tan debilitados que no podían enfrentarse a los t'lan Imass, Forkrul Assail, Jaghut, ni siquiera a los esclavistas. Necesitaban despertar. Los mastines atacan. Tras una lucha feroz, Karsa los mata a uno de ellos y hiero al otro, aunque acaba herido en una pierna y en los antebrazos.
Kalam y Ben salen de su escondite y observan a Karsa ir tras el mastín. Miran el cadáver del otro y Kalam sugiere que abandonen a Dom y salgan de allí. Se van, ignorando las sombras que salen de la senda destrozada de Kurald Emurlahn.

ESCENA DIECIOCHO

Ranagrís busca a Heboric y vuelven con L'oric, que está leyendo la baraja e informa a Heboric que el señor de la baraja ha aprobado la Casa de Cadenas. Heboric se sorprende, pero afirma que era lo que se tenía que hacer, así el dios Tullido está tan atado como cualquier otro, maniobra que igual llegará a lamentar. L'oric explica que el dios Tullido planeaba tomar ese fragmento de Kurald Emurlahn, pero sus posibilidades son menores por la muerte de Bidithal por Karsa, Caballero en la Casa de las Cadenas.
Heboric no está tan contento con el regreso de Karsa, y cree que el dios Tullido se ha equivocado, pues el Toblakai no se arrodillará ante nadie. L'oric dice que ya lo ha hecho, lo cual es una ruina para ellos y, al mismo tiempo, su única esperanza. Explica que Karsa mató a un Deragoth y persigue al otro. Heboric pregunta qué los trajo allí y quién ha frustrado a Karsa, pero L'oric cree que todavía está por decidir. Pide a Heboric que se lleve a Felisin y Ranagrís los acompañará. Él debe volver con Sha'ik, pues la diosa está a punto de devorar su alma, cosa que quiere evitar. Heboric piensa que quiere L’oric de la diosa y le adverte que algún día descubrirá quién es él. L'oric responde que es un hijo que vive sin la esperanza de estar a la altura de su padre. Eso y el tiempo, explicará lo que necesita saber de él.

ESCENA DIECINUEVE

Karsa alcanza al mastín y se enfrentan. De repente, el caballo de Corabb aparece y chocan contra el mastín, arrojando a Corabb y Leoman al suelo. Karsa aprovecha para herir al mastín y junto a Leoman lo rematan. Karsa dice que no necesitaba ayuda, pero Leoman replican que él necesita la suya.

ESCENA VEINTE


Perla sale mientras Kurald Emurlahn se abre como la flor de la muerte, con el oasis en su corazón. Llega a donde había dejado a Lostara y es golpeado por Kalam (antiguas rencillas) y le entrega a Dom atado. Perla escucha dos personas que se van y piensa que Ben no estaba de humor para hablar con él. Sonríe y llega el amanecer.

Capítulo veintiséis

ESCENA UNO

Sha'ik piensa en la Diosa Torbellino y en su propio pasado. Desde que la había dejado entrar, a veces había visto la niña que fue, las mejillas redondas y sonrojadas, una amplia sonrisa y ojos brillantes; con un hermano que la adoraba. Su madre tenía el don de la visión y Felisin pensaba que ella lo tendría también. Pero ahora la domina la diosa, una criatura horrible con un alma marchita y sus visiones eran el conjuro del miedo de una diosa. Un poder maléfico, del sabor amargo de una profunda traición. Algo que debería haberse curado pero un horrible placer había mantenido abierta la herida, alimentado su calor hasta que el odio era todo lo que quedaba. Un odio a alguien, una locura fuera de toda proporción. Sha’ik se pregunta cuál fue el crimen contra la diosa, cuya ascendencia estaba profundamente dañada, en el camino hacia la locura, un camino al borde del abismo. Un camino que ella mismo había recorrido, el odio, dulce como el néctar. Tan loca como ella, de ahí que la escogiera: almas gemelas sin salvación ni retorno al mundo de su infancia. En su tienda, siente a la diosa que llega para abrazarla, no como una madre, una asfixia que ahoga su conciencia blindada por el odio. Llega el alba y Felisin coge su yelmo.

ESCENA DOS

L'oric se sorprende de la quietud en las trincheras de los Mataperros mientras va a ver a Sha'ik, siente que, la noche anterior, de alguna manera, la Oscuridad había sido derrotada. También que ese fragmento de Kurald Emurlahn está despertando y la diosa se prepara para reclamarlo, formar un trono y devorar Raraku. Observa los fantasmas de los soldados todavía en las sombras y los oye cantar, la canción Tanno cambiada, más triste. Se pregunta por qué están allí esos soldados fantasmales y con quienes lucharán. Sabe que la canción Tanno pertenece a los Abrasapuentes, pero siente que el Santo Desierto la ha reclamado, cada alma caída en batalla en la larga historia del desierto estaba allí reunida.

Al acercarse a la colina de Sha'ik, ve soldados de Mathok pero no al caudillo. Leoman y Karsa aparecen tras él, Karsa herido gravemente, arrastrando en su caballo las cabezas de los dos Deragoth que había matado. Al ver la espada de piedra de Karsa, L'oric se da cuenta que ha sido elegido, un gran error del dios Tullido. Karsa explica que mató a Febryl y a Bidithal, pero no pudo encontrar a Dom ni Heboric. También encontró los cadáveres de Reloe y Henaras. Los guerreros explican a L'oric que los Mataperros han sido aniquilados por los fantasmas de Raraku, peor Leoman piensa que aún pueden vencer si convencen a Sha'ik de retirarse y reagruparse. L'oric replica que ya es tarde, pues la diosa está allí. Ve a Sha’ik con el yelmo en la cresta y se da cuenta que no tiene tiempo; abre su senda y desaparece.

ESCENA TRES

La diosa saborea sus recuerdos, su ira y su odio. El odio era todo lo que importaba ahora, la furia ante la debilidad de quien la traicionó, aunque en su tribu esos juegos eran normales, ella misma había yacido con otros hombres, pero su corazón era del hombre con quien vivía, una ley sagrada. Pero él la había traicionado, elaborando imágenes prohibidas de esa otra mujer en lugares ocultos, entregándole su corazón a alguien que no le correspondía de la misma manera. Ella había conseguido que la desterraran con sus acusaciones, pero no antes de que matara a todos sus parientes menos a su necio marido. Pero su rabia no había muerto con el Ritual, cuando demasiado destrozada para seguir, había sido separada del Voto y abandonada en un lugar de eterna oscuridad. Los espíritus locales se acercaron con empatía, y ella se alimentó de ellos, tomando su poder para su propósito: los niños atestaron el mundo, su madre aquella que habían desterrado y el padre su marido. Ella se acercó a él esa última noche, tenía su olor cuando lo arrastraron a la luz. La venganza era la bestia que tiraba de sus cadenas, su único deseo y estaba a punto de desatarse: los niños morirán y limpiará el mundo de todos sus descendientes. Por supuesto, no podría unirse al ritual; un nuevo mundo aguardaba en su interior cuando se levantara otra vez, en la carne de uno de esos niños para destruir ese mundo. La diosa ve un sendero que se abre y espera poder sentir de nuevo, respirar… y matar.

ESCENA CUATRO

Sha'ik baja por la ladera y escucha los gritos de Karsa y Leoman. Sabe que ocuparían su lugar, pero no pueden. Esa pelea le pertenece a ella y la diosa.

ESCENA CINCO

Keneb entra informa a Tavore que Gamet ha muerto de un coágulo en el cerebro, lo que le hace tambalearse. Luego un mensajero le dice que Sha'ik se acerca y pide un reto con ella. Aunque Tavore acepte el reto, Keneb cree que la batalla es inevitable. Keneb avisa a T'amber para que ayude a Tavore con la armadura, aunque la mujer dice que no es necesario. Keneb piensa que no entiende a las mujeres cuando ve salir a Tavore, con la armadura completa y un yelmo sin visera que no cubre sus ojos. La sigue.

ESCENA SEIS

L'oric camina a través de un bosque repleto de espectros buscando a la diosa. Ve un fuego y corre hacia allí, donde se confirma su sospecha: una imass que sigue las cadenas de Telann, el Ritual destrozado, en un sitio que no es el suyo, rodeada de espíritus ctónicos convertidos en criaturas malignas por el poder que ella había acumulado durante cientos de miles de años. Yace en agua estancada, rodeada de enredaderas que aparecen y desaparecen. A los ojos de L’Oric, éstas se transforman en cadenas. L'oric le grita que Sha'ik no es lo suficientemente fuerte para ella, pero la diosa responde que es su hija, robada a esa zorra. L'oric no tiene idea de lo que habla, pero se ofrece a sí mismo en lugar de Sha'ik. Antes de que ella pueda responder es apuñalado a traición, un golpe mortal para un humano. El asesino va a rematarlo pero otra voz dice que no hay tiempo, pues la diosa está rompiendo las cadenas. L'oric ve a los asesinos, con cuchillos envueltos en hechicería, matar a la diosa de forma brutal. Espolones de Korbolo, una emboscada orquestada por por Febryl y Reloe. Ve a la diosa matar a tres de los cuatro asesinos hasta que las cadenas la atrapan y el último asesino asesta el golpe mortal. Los espíritus se alejan, libres y ansiosos por huir.

L'oric piensa que todos querían esa senda destrozada, un premio lleno de amenazas, pero Karsa mató a Febryl y a los dos Deragoth, él mató a Bidithal y la emperatriz se encargará de Korbolo Dom. Entonces se da cuenta de que se está muriendo. Osric aparece hablándole a L’Oric de su antiguo hogar, comentando que él siempre mantiene las opciones abiertas. Recoge a L'oric en sus brazos para llevárselo y curarlo. L'oric se sorprende, a su edad, de sentirse en paz en brazos de su padre. Osric pregunta: ¿Cómo, en nombre del Embozado, salimos de aquí?

ESCENA SIETE

Sha'ik siente la pérdida de la diosa. Ve a Tavore caminar hacia ella y se siente abandonada; ya no era Sha'ik, sino Felisin de nuevo. Y ante ella, su hermana que la traicionó, desmembrando a su familia, y lanzado a Felisin a la esclavitud y las minas. Pero la sangre es una cadena que no se puede romper y su peso es abrumador para Felisin. Ve a Tavore sacar su espada y siente el golpe que la desarma y luego un fuego frío que atraviesa su pecho, empalada por la espada de Tavore. Felisin observa a su hermana: sangre, así es como se rompe una cadena inquebrantable; con la muerte. Felisin piensa: sólo quería saber por qué Tavore lo hizo, por qué no la amaba como ella. Su último pensamiento es: Oh, madre, míranos ahora.

ESCENA OCHO

Leoman se desploma al ver a Sha'ik morir. Karsa le dice que deben irse y se preguntan por qué el ejército malazano no vitorea. Leoman parte a Y'Ghatan pero Karsa dice que no se unirá a ellos. Se despiden.

ESCENA NUEVE

Lostara y Perla arrastran a Dom. Tavore sigue en pie, al lado del cuerpo de Felisin, observando el estandarte de Coltaine en las trincheras de los Mataperros. Lostara recuerda su viaje, Kurald Emurlahn rodeando el oasis, las sombras se enfrentaban a los fantasmas, y la canción seguía in crescendo. Habían llegado tarde, sólo a tiempo para ver a Tavore matar a su propia hermana. Mira a Perla, al que se siente irremediablemente unido sin quererlo. Tavore la mira y Lostara piensa que habrá tiempo después para hablar en privado. Perla cae al suelo y Tavore pregunta qué están haciendo allí, si perdieron el rastro. Perla responde que la encontraron, pero que a su pesar, Felisin ha muerto, una muerte rápida. Tavore calla y replica que por lo menos hay compasión en eso y se encamina hacia sus oficiales. Perla coge a Felisin, sientiendo lo pesado de la carga y comenta con Lostara que la llevará a la colina que ellos conocen. Pide a Lostara que los convenza de salir de Raraku cuanto antes. Ella le pide que venga a buscarla cuando termine o ella lo buscará a él. Perla siente y observa a Tavore alejarse en total soledad.

Escena diez

Keneb observa a Tavore acercarse exhausta, con el semblante perdido en multitud de preguntas que nunca podrían ser respondidas. Ordena a Blistig que envíe un explorador a las trincheras de los Mataperros e informa que la Garra tiene a Dom. Nada explica que los fantasmas de Raraku mataron a los Mataperros, los espíritus de sus propios muertos. Ellos no pudieron verlo, cegados por el dolor. Paso a paso, su ejército de venganza creció. Comenta que anoche, Larva los despertó para ver el despertar. Legiones que habían marchado en esa tierra hace cien mil años, el ejército crucificado de Pormqual, el Séptimo, los wickanos. Todos los que acosaban los sueños de Tavore desde la primera noche de esa marcha, ellá vio lo que ellos no pudieron. La cadena de Perros no era la carga que Tavore creía y ella pregunta si todos esos fantasmas para matar a los Mataperros, pero Nada explica que había otros enemigos y que Gamet cabalgó con los fantasmas y Larva le habló.

Baralta llega con dos soldados (Tierno y Poros, prisioneros de los Mataperros liberados por los fantasmas) e le dice a Tavore que Perla robó el cuerpo de Sha'ik. Ordena a Keneb (ascendido a Puño de nuevo) que se preparen para seguir a Leoman, aunque tengan que cruzar todo el continente, los quiere acorralados y aniquilados para cerrar la rebelión.

Se oyen gritos y todos miran a Karsa bajando a caballo por la colina hacia ellos, arrastrando las cabezas de Deragoth. Preparan las armas, pero Tavore les frena. Karsa explica a Tavore que hace mucho tiempo afirmó que los malazanos eran sus mis enemigos. Era joven y quería matar a cuantos más enemigos mejor. Ahora ya no los considera enemigos, así que no los matará. Tavore dice que es un alivio para todos.

ESCENA ONCE

Ranal observa un grupo de jinetes del desierto (una retaguardia) que se alejan. Violín advierte que puede ser una trampa y que esperen al resto de la compañía, pero Ranal lo ignora y ordena perseguirlos. Violín ve algo extraño en el horizonte mientras Ranal grita que los guerreros han dejado el camino. Se dirigen a una tormenta de arena y Violín  advierte a Ranal que no entre. Ranal lo ignora de nuevo.

ESCENA DOCE

Gesler observa venir a los Tiste Liosan, preguntándose quiénes son. Tormenta señala que no parecen muy complacidos con ellos. Llama a Arena (un zapador) y lanza un maldito contra ellos. La explosión es tremenda y espanta a los caballos. Gesler replica que ya no los perseguirán más. Se van.

ESCENA TRECE

Jorrude gime y ordena a Enias que mire como están el resto. Enias pregunta si el grupo de Gesler eran los intrusos que buscan, los que atravesaron con el Silanda su reino. Jorrude asiente y dice que sospecha que desconocían las leyes Liosan durante su viaje, aunque la ignorancia es una defensa insuficiente. Se pregunta si eran intrusos o fueron arrastrados más allá de su voluntad, siguiendo el rastro de la invocahuesos draconiana t'lan Imass. Afirma que si a alguien deben cazar, es a ese dragón. Jorrude dice que volverán a su reino a reabastecerse y culpar al dragón, algo que no se puede refutar.

ESCENA CUARENTA

El pelotón de Violín entra en la tormenta de arena, quedando ciegos inmediatamente. Los guerreros del desierto atacan y el caballo de Violín lo tira. La bolsa de municiones sale disparada y Violín espera la explosión. Un guerrero (Corabb) coge la bolsa y con sorpresa oye un siseo. Mientras Violín corre y alguien le grita: "¡Por ahí no, idiota!", lo tiran al suelo y alguien lo cubre con su cuerpo.

ESCENA QUINCE

Hay una gran explosión, Violín piensa que debería estar muerto, pero la voz, que reconoce, le dice que no puede dejarle solo un minuto y que salude a Kalam, que tarde o temprano lo verá de nuevo, e él y a todos, pero no hoy. El cuerpo desaparece y Violín, de rodillas, grita el nombre de Seto. Sepia lo encuentra y le dice que Ranal murió en la explosión. El resto del pelotón se reúne y ven al grupo de Borduke. Sonrisas se sorprende por el tamaño del cráter y de que Violín esté vivo. Oye la canción y piensa que Raraku ha tragado más lágrimas de las que se puede imaginar, ahora llega el momento de que el Santo Desierto llore.

ESCENA DIECISÉIS

Fayelle, la última de los magos de Dom que queda viva junto a trece mataperros, habían huido por un camino equivocado. Cree que el ataque de Leoman había sido perfecto hasta que llegaron los fantasmas. Son emboscados y Fayelle cae bajo su caballo muerto, mira hacia arriba y ve a Peccado, su antigua alumna, que la mata. Peccado se reúne con los 16 supervivientes del regimiento Ashok que se suben a los caballos y huyen mientras oyen un tremendo ruido, mayor que el rugido Torbellino. Raraku se había levantado para reclamar una senda hecha pedazos.

ESCENA DIECISIETE

Nada y Menos, sabiendo que iba a pasar, llevaron a Tavore y al ejército a las islas de coral, los puntos más altos del oasis. Ven las altas nubes y oyen el rugido de agua en cascadas. Raraku tenía más que huesos y recuerdos, más que fantasmas y ciudades muertas. Lostara se pregunta si Perla estaba suficientemente alto, en la colina de la tumba de Sha'ik. Piensa en lo que ha visto recientemente: dragones crucificados, dioses asesinados, sendas de fuego y cenizas; un pensamiento extraño cuando un mar enloquecido nacía de la nada y se dirigía hacia ellos, ahogándolo todo a su paso. Perla aparece y le dice que Sha’ik descansa en las profundidades de ese mar, y que allí donde están el agua no llegará. Lostara se pregunta como saldrán de allí, aunque Perla dice que construirán una especie de puente, que confía en Tavore. El mar golpea tal como Perla dijo y Lostara mira a Tavore y piensa que mirarla le rompe el corazón.

ESCENA DIECIOCHO

El pelotón de Violín espera la llegada del mar, observando a Karsa alejándose. Dos figuras surgen de una senda y Violín los abraza. Viejos amigos, hermanos. Almas mortales de Raraku, la tierra que los había unido a todos, más allá de la muerte.

ESCENA DIECINUEVE

El grupo de Heboric mira hacia abajo desde la cresta hasta el mar. En ese momento llega Pust en su mula y les dice que L'oric no está muerto y que son sus invitados.

ESCENA VEINTE

Navaja se despierta en el templo de Pust. Apsalar se había ido sin dejar rastro. Cotillion aparece y le dice que incontables caminos le esperan. Navaja cree Cotillion la convenció para marchar, pero el dios replica que la elección fue suya. Navaja no ve ningún camino a seguir y Cotillion le explica que hubo un encargado de proteger la vida de una niña, lo hizo con tal honor que al morir atrajo la atención del Embizado, convirtiéndose en el Caballero de la Muerte. Navaja replica que él no quiere ser nada y Cotillion replica que no quiere eso. Sigue con la historia de Baudin, diciendo que fracasó y la niña, Felisin, la hermana del capitán Paran, está muerta. Explica que Pust regresará con invitados, entre ellos una niña llamada Felisin, una huérfana adoptada por ella para darle la oportunidad que ella no tuvo. Navaja pregunta por su interés por la niña, pero Cotillion dice que el grupo es importante para él (Navaja) y le encarga proteger a Felisin, pues Navaja forma parte del equilibrio y la simetría necesarios. Navaja accede a unirse a ellos, empieza a tener clara la noción de equilibrio y se sincera ante el dios, que ve su dolor, algo que Apsalar vio y por eso se marchó aunque la amaba. Navaja se queda allí llorando, ya sin preguntarse por qué ella se fue.

ESCENA VEINTIUNO

Karsa se detiene junto al nuevo mar interior y saca la cabeza de Siballe. Le pregunta qué ve Siballe responde que su pasado, todo lo que ha perdido. Karsa le dice que ella le explicó que si la arrojaban al mar, su alma sería liberada por el olvido. Siballe asiente y Karsa la recoge y camina al borde del agua. Ella dice que ella no entiende y Karsa contesta que emprendió ese viaje siendo joven buscando gloria, y ahora sabe que la gloria no es nada al contrario que la misericordia. Lanza la cabeza al agua y observa como se hunde. Mirando su espada, dice: Soy Karsa Orlong de los uryd, un teblor. Sed testigos de mis actos, hermanos míos. Un día seré digno de liderar a hombres como vosotros. Cabalga hacia el oeste.

EPÍLOGO

Onrack observa a Minala y sus jóvenes asesinos que aún no saben si confiar en ellos. Trull quiere contarle su historia para convencerla, pero Minala se niega. Monok se gira hacia Onrack, diciéndole que lo ha sentido. Trull pregunta y Monok responde que la mujer que entregó su corazón a Onrack ha sido destruida, quien juró entregar su corazón y luego se lo robó. Fue destruida entonces, y comenzó su largo viaje al olvido. Pregunta a Onrack si lo niega, éste no lo hace y Monok continúa. Locura de tal ferocidad que derrotó al voto. Como un perro rabioso. La rastreron y la acorralaron para encarcalarla en la oscuridad eterna. Locura para desafiarlos incluso a ellos, pero la ha reclamado su alma, una muerte violenta y dolorosa. Trull llora por Onrack, que no puede hacerlo. Monok le dice a Onrack que no se merece a Trull.

Onrack replica a Monok, diciendo que se ha alejado del mortal que fue y olvidado muchas verdades, tanto agradables como desagradables. El corazón se da ni se quita, se rinde. Monok dice que esa es una palabra sin poder para los t'lan Imass, pero Onrack discrepa diciendo que la cambiaron para hacer la palabra más aceptable y darle poder. Monok lo niega y Trull resopla: Onrack tiene razón, lo llamasteis ritual de Telann. Los otros imass callan. Onrack mantiene la mirada a Trull, compartiendo su congoja. Al enfrentarnos a la naturaleza, somos el equilibrio. El equilibrio eterno que da respuesta al caos.

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