La Casa de Cadenas - Libro IV: La Casa de Cadenas (Parte II) - Mis Vidas de Papel

La Casa de Cadenas - Libro IV: La Casa de Cadenas (Parte II)

Capítulo veintiuno

ESCENA UNO 

Febryl va a ver a Reloe, pensando que el mundo se hunde en el caos, pero que el pasado no estaba muerto y la resurrección de viejos patrones podría lograr un renacimiento. Recuerda su servicio al Falah'd Enqura en la Ciudad Santa de Ugarat, durante una época de renacimiento cuando sus once escuelas redescubrían el conocimiento perdido. Pero la invasión Malazana acabó con ello. Febryl bajo las órdenes de los Falah'd había quemado los textos y crucificando a los erudito; un gesto de lealtad y coraje. Poe ello, su padre erudito lo había desheredado y él los mató con sus criados con una magia atroz, que lo envejeció en unas horas. Su aspecto cambiado le permitió escapar de los Falah'd. Hechos imperdonables que los otros Falad'h y los malazanos habían repudiado. Y Sha'ik lo sabía todo. Ningún conocedor de sus secretos podía vivir y por eso tenía que eliminarla aunque tuviera que tratar con los malazanos. Los planes de Dom van más allá del Torbellino, hacia el poder imperial. Sabe también que Mallick Rel se dirige a Aren para rendirse ante la emperatriz, todo es parte del complot. Rel anunciará el cambio de dirección en Siete Ciudades. Korbolo Dom había trabajado en su interés desde el principio, para ser Puño Supremo y sobre un plan mayor, y Pormqual se convertiría en el culpable de la muerte de Coltaine y la aniquilación de su ejército. Pero Febryl cree que los derrotará. 

Se encuentra con Reloe y cuatro de los asesinos de Dom. Reloe quiere que Febryl abra una senda, pero Febryl explica que la diosa fue un espíritu una vez, pero, ¿qué clase? Raraku contiene los huesos de innumerables civilizaciones, desde antes del Primer Imperio de Dessimbelackis. Pertenecía a los T'lan Imass, sin ciudades pero con un trono destinado a sentar a un mortal, la raza progenie del T'lan Imass. Pero los humanos veían el imperio de manera diferente, y su visión no incluía a los T'lan Imass. De ahí la traición y luego la guerra. Pero los T'lan Imass eran reacios a aniquilar a sus hijos mortales y se fueron para regresar con el ritual Soletaken/D'ivers. Reloe pregunta si la diosa del Torbellino es T'lan Imass, aunque señala que su rabia es diferente. Febryl asiente: a menos que tuviera razón, una traición en su vida mortal. Una herida demasiado profunda para ser erradicada por el Ritual de Tellann. Reloe pregunta si el Ritual todavía la ata y Febryl dice que ella rompió esas cadenas hace mucho tiempo y ha recuperado su alma. Los regalos secretos de Raraku son vida y muerte. Volvió a ella todo lo que había perdido, incluso su rabia. Raraku sigue siendo un misterio profundo, tiene sus propios recuerdos, del mar, de la vida. Reloe le dice que abra el camino y, Febryl piensa que así los malazanos cederán a sus deseos, y así Siete Ciudades será liberada de sus tropas y su civilización florecerá de nuevo.

ESCENA DOS 

L'oric percibe el acercamiento de algo salvaje y poderoso, guerras antiguas, un odio que desafía milenios y ellos están en medio de esa ira. La furia del Torbellino nunca antes había sido tan feroz y el choque final de voluntades se acercaba. Una convergencia que había atrapado otros poderes, arrastrándolos con fuerza implacable. Y detrás de todo, el susurro de una canción. Piensa en huir con Felisin y Heboric, pero la curiosidad se lo impide. Quiere conocer la verdad, pues en Raraku siente la presencia cercana de su padre. Se pregunta qué quería decir la Reina de los Sueños cuando dijo que Osric estaba perdido y piensa que Kurald Thyrllan había nacido de la violencia al romperse en mil pedazos la oscuridad. La senda ancestral se había ramificado en muchas direcciones, llegando al alcance de los humanos mortales como Thyr y Tellann, que tenía una presencia poderosa en Siete Ciudades. Kurald Thyrllan había sido retorcida tras deshacerse su senda hermana. No era fácil acceder a Thyrllan y decide, entonces, probar con Tellann. Se viste con una armadura y armas liosan, aunque desprecia luchar, pues la violencia llevaba al fracaso, no al orden. Quiere atravesar el campamento sin ser descubierto por nadie. 

ESCENA TRES 

L'oric llega a la arboleda de Karsa y encuentra a Felisin durmiendo. Mira las siete caras de los dioses Teblor y observa que sus espíritus han desaparecido dejando un rastro que quizás le permita entrar en Tellann. Entra y se encuentra junto a un enorme lago: un lugar equivocado, o un momento equivocado; el recuerdo más antiguo de Raraku. Hace huir a una hiena enorme y observa el cadáver del que se alimentaba, alto como un hombre normal, piel de fino vello oscuro, frente inclinada, mandíbula sin barbilla, ojos profundos, más parecido a un simio que un T'lan Imass. Se pregunta qué tipo de criatura es. Deambula. Sabe que eso no es Tellann sino lo que yace bajo Tellann. Ese claro no era un lugar recién santificado por Karsa, pertenecía a Raraku, al poder natural que poseía la tierra. Ve una manada de inmensas criaturas en estampida y se esconde al ver lo que causó el pánico: siete mastines negros como la medianoche, de un gran tamaño y al lado una veintena de las criaturas semihumanas como la del lago, al servicio de los depredadores. Beneficio mutuo aunque L'oric no podía imaginar una amenaza en ese mundo para esos mastines. Tampoco duda en su mente de que no pertenecían allí, intrusos de ese reino sin que nada los pueda desafiar. 

Luego advierte tres K'Chain Che'Malle rastreando a los mastines, no de ese reino tampoco, según las consideraciones de su padre (huésped de Rake en Ejendro de Luna, donde exploró sus misterios). Pero las ciudades K'Chain Che'Malle se encuentran en continentes lejanos. Quizás llegaron hace poco, buscando nuevas colonias, sólo para encontrar un desafío. Los mastines desaparecen, pero de repente los Cazadores K'ell son atacados, dos de ellos caen y el tercero huye, sin ser perseguido. L'oric se aleja, pero ve a los mastines empezar a seguirlo. Aparece un dragón que lo coge con sus garras y lo lleva lejos, hasta una torre en una isla donde lo deposita. L'oric habla: Padre, te he estado buscando.

ESCENA CUATRO 

L'oric le dice a su padre, como liosan, que la Reina de los Sueños pensaba que estaba perdido. Osric responde que lo estaba. Osric confía en ella, por su ignorancia. Osric pregunta qué hace L'oric allí, y éste responde que no sabe dónde está, y que busca verdades. Osric dice que su torre (vive allí) es un punto de observación para detectar las fortalezas flotantes K'Chain Che'Malle. L'oric pregunta qué aprendió en Engendro de Luna que Rake había pasado por alto. Osric explica que Engendro de Luna fue atacado, hubo una matanza y Rake la descubrieron en un glaciar que había viajado a mil leguas del lugar del ataque. L'oric comprende que Engendro de Luna es una fortaleza K’Chain y Osric explica que han llegado tres durante su estancia allí, todas destruidas por los Deragoth, los Mastines de Oscuridad con las que Dessimbelackis hizo un pacto, pacto que agitó a los Sin Nombre. Siete bestias que dieron nombre a Siete Ciudades. Las Siete Ciudades Sagradas actuales no son las originales, pero sí su número. L'oric pregunta por qué los Deragoth están allí y no en Siete Ciudades. Osric no lo sabe, aunque quizás tenga que ver con el colapso del Primer Imperio. 

L’Oric pregunta en qué senda están y Osric responde que es un recuerdo de Raraku que pronto terminará, pues se está encogiendo. Hablan de las criaturas semihumanas, domesticadas por los Deragoth. L'oric objeta que no son humanos ni Imass y Osric replica que un día lo serán. Ahora ayudan a los lobos al mando, pero eso cambiará, excepto para los que trabajan para los Deragoth ya que algo va a suceder en ese recuerdo atrapado y Osric espera poder presenciarlo. L'oric pregunta si los Deragoth son hijos de la Madre Oscuridad y Osric dice que no son hijos de nadie, de ahí su nombre. Osric aclara que no soportaba ni a su mujer ni al propio L'oric. L'oric quiere irse y le dice antes de marchar que su pueblo (los liosan) y Thyrllan han perdido a su protector y lo están buscando. Osric no se quiere implicar y L'oric se enoja por su poca responsabilidad hacia los que lo adoran. Osric replica que se adoran a sí mismos y que él es una figura conveniente, asegurando que que Kurald Thyrllan no es nada vulnerable a pesar de las apariencias. L'oric lo duda si los Deragoth resultan ser sirvientes de Oscuridad. Osric dice que la torre es jaghut y los mastines no están en ese recuerdo antes de volver a su forma de dragón, agarrar a L’Oric y salir volando.

ESCENA CINCO 

Osric aterriza en el borde del recuerdo, donde hay varias criaturas, demonios en su mayoría. Se detienen ante uno del tamaño de un perro, reptiliano, con cuatro manos parecidas a las de los simios, cabeza ancha y boca grande, dos ranuras como nariz y cuatro ojos. L'oric se comunica mentalmente con él le ofrece un pacto, una unión de espíritus. El demonio no lo acepta del todo, pero L'oric lo salva de todos modos, aunque sin vinculación podría traicionarlo. El demonio está emocionado de que L'oric tenga un padre eleint. Lo llama Ranagrís. 

ESCENA SEIS 

L'oric y Ranagrís regresan a Raraku a través de un portal, con L'oric pensando que el esperado encuentro con su padre había parecido una simple distracción a él, interesado sólo en sí mismo y sus actividades. Ranagrís dice que y L'oric le explica que hay reglas sobre lo que puede matar y no.

ESCENA SIETE 

Sha'ik espera la batalla ya próxima. La venganza había sido su sangre vital durante mucho tiempo y en cuestión de días se enfrentaría cara a cara con su hermana. Cree que tiene todo a favor: un ejército mayor y experimentado, terreno conocido, magia ancestral, más magos y más poderosos, pero aun así estaba aterrada. Quería huir. Su promesa final era más fría de lo que nunca había imaginado, consumida por la sed de venganza. Tavore la cambió a ella por la fe en la emperatriz y ella por el poder de la Diosa Torbellino, todo por venganza. Piensa que ambas hermanas son muy parecidas. Se da cuenta de que la diosa le impidie pensar con claridad. Bidithal llega y hablan de las sombras. Bidithal dice que nunca fue sacerdote de Meanas y Sha'ik responde que allí estaba Rashan, hijo fantasma de Kurald Galain, pero la senda reclamaba era Sombra. Son conscientes de que las distinciones disminuyen cuanto más se profundiza en los misterios del triunvirato más antiguo: Luz, Oscuridad y Sombra. Sha’ik pregunta que por qué Bidithal la espía y él responde que la protege pues ha descubierto la naturaleza de la amenaza, aunque ahora está más preocupado por L'oric y Heboric, ya que están en el corazón de una convergencia y no sólo entre ellos y los malazanos. Comenta que Heboric es ahora sacerdote de Treach. Sha'ik se niega a creer que Heboric acepte a otro dios o que un dios elija a Heboric, pero Bidithal insiste que Treach lo ha elegido como Destriant. Pensará más tarde ello. 

Bidithal trata de convencerla de que Heboric puede ser una amenaza debido a su ambivalencia con su causa, pero ella no lo cree. Bidithal sospecha de los intentos de ocultar sus idas y venidas de L’oric. Sha'ik confía en L’oric y pide a Bidithal que se centre en Febryl, Dom y Reloe. Sha’ik le advierte que tenga cuidado y Bidithal se marcha, pensando que ese fragmento de senda se convertiría en un reino en sí mismo y la Diosa Torbellino necesitará un clero, una estructura de poder en el mundo mortal donde no habrá lugar para Sha'ik. Piensa en los conspiradores, aunque sospecha que la alianza entre ellos es sólo temporal, una traición oculta, que acabará en la aniquilación mutua de todos los intereses, excepto los suyos. Debe seguir de su lado para, pues será Sha’ik quien aplaste a los conspiradores. Sus pensamientos son interrumpidos por la aparición de Febryl, que le insta a unirse a ellos o apartarse. Bidithal pregunta si hay una tercera opción y Febryl dice que no, si no quiere luchar contra ellos. Su recompensa será ser sumo Sacerdote del Apocalipsis, un rico templo y seguir con su culto oculto. Todo Siete Ciudades honradas de entregarle sus hijas indeseadas. Bidithal trata de ganar tiempo, pero Febryl dice que ya ha comenzado todo. Bidithal accede a cambio de dar forma a su depravado culto. Bidithal piensa que no tenía otra opción, Febryl no temía a sus espíritus de sombras y lo habría matado de no aceptar. Ve a Febryl muy seguro y se dirige a su templo, pensando en no desestimar lo que no sabe. Se siente vulnerable.

ESCENA OCHO 

Scillara observa a Febryl hablando con Dom sobre su amo Bidithal. Apenas recuerda momentos sin estar drogada, pero desea estar más lúcida para servir mejor a Bidithal para no ser utilizada solo como esclava sexual y ocuparse de las nuevas chicas. Siente la pesadez de sus pechos y se pregunta si está embarazada. Sale de la tienda y uno de los guardias la sigue, diciéndole que Febryl se ha cansado de que lo espíe, que quiere a Bidithal ciego y sordo. Scillara logra comprender que quiere matarla. Mientras la viola, agarra el cuchillo que había dejado a un lado y lo mata, sintiéndose como una vasija llena, pero siempre con espacio para más: más durhang, más hombres y su semilla. Otro guardia aparece y la golpea; luego la arrastra para matarla y deshacerse del cuerpo. Se detiene repentinamente y una figura surge y lo mata, una figura con una mano extrañamente brillante (verde), una mano como una garra de gato enorme. Su salvador, Heboric, le dice que la ha estado buscando. Coloca su mano sobre ella y la cura. Le dice que la llevará a su templo donde estará a salvo, pues va a necesitar su ayuda, aunque la elección es suya. No tendrá que entregar nada que no quiera, y si decide irse, la dejará hacerlo. Se presenta como Heboric, Destriant de Treach, el Tigre del Verano y Dios de la Guerra. Ella dice que lo siente, pero que está harta de sacerdotes. Heboric replica que él también. 

ESCENA NUEVE 

L'oric presenta a Ranagrís a Felisin como su nuevo familiar. Le dice que tiene que partir tan pronto como sea posible con Ranagrís y otra persona y que él los seguirá cuando pueda. Ella está lista para irse; ya no sueña con la venganza contra Bidithal. L’Oric le asegura que Bidithal pagará por sus crímenes, aunque no por sus manos: babrá una convergencia con invitados inesperados y nadie sobrevivirá aquí. Habrá una masacre. Él se queda porque todavía busca respuestas. La deja con Ranagrís. 

ESCENA DIEZ 

Heboric y L'oric se encuentran, Heboric no oculta su papel de destriant de Treach. Saben que la batalla se acerca y L'oric quiere que Heboric se lleve a Felisin. Heboric accede pero dice que habrá una tercera persona. Coinciden en que dejarán a Bidithal a su suerte. 

ESCENA ONCE 

Leoman y Corabb observan a los malazanos, exhaustos por el hostigamiento continuo al ejército de Tavore, insuficiente para que se dieran la vuelta, aunque Corabb piensa que si hubiese tenido más hombre lo hubiera logrado. Le quedan 700 rebeldes y los malazanos llegarán al Torbellino al anochecer. Leoman dice que pasarán, habrá batalla y Korbolo Dom la dirigirá. Ellos y Mathok observarán desde un lugar seguro: nuestra guerra está acabada. Se dirigen al Torbellino.

ESCENA DOCE 

Karsa se acerca a Raraku, sinete que la batalla está cerca y quiere estar allí, no para matar malazanos sino para proteger la espalda de Leoman. Quiere aprovechar el caos para matar a aquellos que merecen la muerte; y él los matará. Ha tolerado engaños y malicia por mucho tiempo y su espada responderá. Habla con Siballe (lleva el cráneo en la mochila) y ella le dice que ambos pertenecen a la Casa de Cadenas y el Dios Tullido no espera que él se arrodille, pues ha sido modelado para ser el Caballero de Cadenas. Karsa reniega de su papel y dice que el dios Tullido tiene que responder por ello. Ella le dice que los otros dioses lo encadenaron a tierra muerta y ha sido retorcido por un largo tormento. Karsa dice que romperá las cadenas del dios, y luego lo matará.

Capítulo Veintidós

ESCENA UNO

Violín está sentado alrededor de la hoguera, han reorganizado los pelotones asignándolos a la compañía novena. Bálsamo se une a él y pregunta qué piensa de los cambios y de Keneb. Bálsamo no sabe qué pensar de Keneb, pero sí que Ranal, al ser noble, es probable que los mate. Gesler y otros llegan, hablando sobre un soldado asesino de infantería pesada, Neffarias Bredd, que mató a dieciocho asaltantes en una noche. Hablan de Tavore, que mañana se enfrentará al muro del Torbellino con su espada. Piensan que podrían dejar allí a Sha’ik con su imperio de arena hasta que se pudra, pero Violín explica que si dejan a Sha'ik será como una infección que se extenderá. En cuanto a Raraku, dice que posee poder, tal vez no en lo que hace, sino en lo que da pasado un tiempo; algo difícil de explicar. Hay rumores en el campamento: que irán al este y al norte para esperar a Dujek y Tayschrenn, o que Melena Gris será retirado de la campaña de Korelri.

Se reúnen con Botella, que intenta adivinar el futuro con ramitas y palos (dice que él y su madre eran brujos), un tipo de magia que Violín conoce. Botella saca una muñeca de hierba, tratando de que sea la mano de la muerte, sin lograrlo. Violín pregunta si usa la senda del Embozado y Botella responde que un poco, lo que le hace sospechar que Botella es mejor hechicero de lo que aparenta. Violín dice que se olvide del Embozado y pruebe con el Patrón de los Asesinos. Botella se estremece ante la idea, y Sonrisa le acusa de fingir que conoce Sombra, Meanas, el Embozado y además brujería. Botella realiza el hechizo con ayuda de Violín y dice que siente la Cuerda demasiado cerca. Siente el poder de la muñeca, pero no se mueve; Violín señala que su sombra sí. Botella le pregunta por qué sólo la sombra se movió y Violín replica que porque todavía no está listo. Sonrisas pregunts si era la Cuerda misma, pero ​​Botella no está seguro. Violín se aleja pensando  que no era la Cuerda, sino alguien mejor para todos los malazanos. Y está al otro lado de la Muralla del Torbellino. Violín sabe para quién afila sus cuchillos. Sigue oyendo el canto en su mente.

ESCENA DOS

Gamet siente que los espíritus le chillan, manos fantasmales que lo buscan por la puerta del Embozado. Desea morir, pues su incompetencia llevó a la muerte de sus hombres. Se estaba volviendo loco, roto por haber fallado a Tavore. Piensa que Keneb es una buena elección como Puño. Lamenta su inutilidad y que Tavore nunca lo necesitó, incluso pudo ayudar a Felisin y no hizo nada. Fracasos que Tavore veía como lealtad, la aceptación de las órdenes sin importar su horrendo resultado. Larva interrumpe sus pensamientos, diciendo: ruido. Larva dice que es la tormenta de arena. Gamet se da cuenta que está a 50 pasos del muro del torbellino, que ruge con el sonido de las voces que atormentan su cabeza. Entiende que no está loco. Larva le dice a Gamet que él y su padre piensan que piensa demasiado  sobre cosas que no lo requieren, sin poder evitarlo. Larva va a buscar a Keneb. Mirando al Torbellino, Gamet se pregunta qué estaba haciendo allí, y entonces recuerda que había venido a buscar la muerte y que no le duelan sus pensamientos.

ESCENA TRES

Keneb y Temul llegan, buscando a Gamet. Gamet dice que Larva lo encontró y dijo que lo buscaban, lo que extraña a Keneb, pues Larva no le ha hablado desde Aren y no sabe por qué. Le informan de que Tavore está lista para usar su espada otataralita para romper el Torbellino y lo está esperando. Gamet replica que no lo necesitan, pero Keneb insite que ella requiere su presencia. Gamet acepta a regañadientes. Cabalgan hasta donde espera Tavore, junto con Tene Baralta, Blistig, Nada y Menos. Gamet le advierte que puede haber un ejército al otro lado, pero Tavore replica que su grito está lleno de miedo, un nuevo diferente. Gamet pregunta qué pasará cuando el Torbellino caiga y Nada contesta que el muro encierra una senda. Al romper el Muro penetrarán en la senda, haciendo a la diosa vulnerable. Pero el Ejército del Apocalipsis sigue fortalecido por su poder y lucharán hasta el final, convencidos de su victoria. Tavore reprocha a Nada su pesimismo y se acerca al muro. Antes de desenvainar la espada, el Muro cae, dejando el camino libre. Tavore pregunta a Nada y él especula: ella no quiere tal herida, confía en su ejército mortal.

Raraku aparece ante ellos y Tavore ordena a Temul que envíe exploradores, aunque asume que los esperan en un lugar ya escogido. Gamet piensa en la batalla, la muerte de miles de soldados. La Consejera, puño de la Emperatriz y Sha'ik, escogida de la diosa. Un choque de voluntades que decidirá el destino de miles. No quiere tener nada que ver con eso. Baralta se acerca a él y le dice que lo necesitan más que nunca, que Tavore necesita una voz cauta. Gamet rechaza la idea; no se siente competente. Pero Baralta replica que se convierta en soldado raso de nuevo (donde Gamet cree debe estar) para dar a Tavore la perspectiva del soldado corriente, debilidad compartida por miles en las legiones. Blistig agrega que Tavore se ha alejado demasiado de todos, sin aceptar consejos, sin que nadie conocza su estrategia para la batalla, haciendo que esa guerra sea personal. Gamet lo confirma; eso es lo que siempre ha hecho y la Emperatriz lo sabe. A Baralta le preocupa caer en una trampa diseñada por Dom, pero Gamet dice que Tavore es consciente de esa posibilidad, pero que sólo pueden avanzar hasta encontrarse con el enemigo. Blistig dice que deberían discutirlo, tal vez encontrar otro camino, pero Gamet deshecha esa idea, diciendo que Dom debe haber destruido todos los pozos de agua para que Raraku los mate por él. Dice que esperen, que Tavore convocará un consejo de guerra cuando lo necesite. Baralta se marcha enfadado y Blistig se queja de los oficiales nobles y sus quejas. Añade que no confiaba en él (Gamet) al principio, pero que manejó la legión bien, aunque se desorientó en la batalla. Blisting replica que un puño debe permanecer atrás, dirigiendo y lo presiona para que recupere el mando, que Keneb era un buen capitán, pero ahora un noble imbécil (Ranal) en su lugar y lo llama viejo egoísta. Gamet golpea a Blistig y se marcha, luego se acerca a Tavore y le dice que está listo para volver al deber. Tavore acepta y le aconseja que ese tipo de desacuerdos los solucione en un lugar privados en el futuro. Gamet mira a Blistig, que sonríey vuelve para hablar con él más tranquilo.


ESCENA CUATRO

Violín y los suyos suben a una colina para ver mejor el muro del Torbellino derrumbarse. Violín dice que la diosa se retiró sin que siquiera Tavore sacara su espada. Borduke se pregunta la razón de ese muro y Violín replica que ni idea, y que hay otras cosas en Raraku de las que no saben nada. Gesler cree que es para alejar a la Garra, buscando una batalla limpia, soldado contra soldado, mago contra mago, comandante contra comandante. Violín comenta que en el campamento enemigo hay infiltrados (lo vió en el hechizo de Botella) y le gustaría estar allí para verlo y ayudar. Moak ha escuchado rumores de que Tavore tiene algo inesperado planeado que evitará la batalla. Moak sabe muchos “secretos” de muchos de ellos (Violín, Gesler, Tormenta, Borduke) y Violín quiere saber de dónde Moak obtiene la información, pues le preocupa que se entere todo el mundo. Un cuerno indica el inicio de la marcha.

ESCENA CINCO

Keneb cabalga junto a Gamet en la retaguardia. Gamet se disculpa por recuperar su rango, pero Keneb dice que no lo necesita, que es más feliz donde está y además revocaron a Ranal, que había reorganizado las unidades sin informar a nadie, utilizando las mismas disposiciones que Melena Gris, para obtener unidades de combate autónomas, listas para cualquier contingencia. Keneb espera que Gamet recoque esas ódenes, pero Gamet cree que lo que hizo Ranal es útil. Debemos mantener la retaguardia en la batalla en un paisaje roto. Keneb suspira y Gamet sabe que aunque tenga el apoyo de Tavore, pero ella ya no confía en él. Cabalgan en incómodo silencio.

Capítulo Veintitrés


ESCENA UNO

Mogora está con Apsalar y Navaja quejándose de la ausencia de Pust y comenta que Kalam había estado antes allí, lo que sorprende a Navaja pero no a Apsalar, que vio las marcas de Abrasapuentes que había dejado. Apsalar dice que Tronosombrío y Cotillion parece que han encontrado una utilidad para ellos: Kalam debe matar a tantos oficiales de Sha'ik como pueda. Navaja se pregunta qué están haciendo allí y Apsalar replica que no lo sabe, pero que Cotillion está más interesada en él que en ella, ya que Apasalar no está interesada en ser su sirviente. Además, tiene demasiados de sus recuerdos, incluyendo su vida mortal, para ser digna de confianza. Pust llega y discute con Mogora. Navaja pregunta a Apsalar dónde quiere ir y ella dice que no lo ha decidido. Navaja sabe que no es verdad.

ESCENA DOS

Trull agradece a Ibra Gholan la lanza que acaba de darle y le dice a Onrack que está listo para partir. Trull pregunta si cree que llegarán antes que los renegados al Primer Trono y Onrack afirma, pues Tellann no les pondrá obstáculos, pero el camino nunca recto del caos ralentizará a los renegados. Añade que cuando lleguen al Trono, tendrán que defenderlo. El grupo inicia el camino aunque Ibra y Monock no confían ellos; ahora los necesitan (a Trull y Onrack) pero tendrán que vigilar cuando no sean necesarios. Deben detenerse para que Trull descanse, ante la indiferencia de Ibra, pues Trull piensa que es el miembro menos valioso del grupo. Monok le pregunta por qué los Edur se han arrodillado ante el Encadenado. Trull explica que él ya no existe para los suyos y por tanto no es la mejor opción para una explicación. Monok replica que ellos hablan de los T'lan Imass exiliados, para que sirva como ejemplo al resto. Onrack dice que el exilio ha obligado a Trull a mentirse a sí mismo. Trull asiente, y comenta que ha cambiado el relato, ya que hubo cosas que no entendió cuando ocurrieron, sino hasta su expulsión. Onrack piensa que a él le ocurrió lo mismo a raíz de que el ritual de Tellann se hiciera pedazos, son los demás los que deben encontrar provecho a la historia.

Trull dice que contará la historia de los Edur que vivían al norte de Lether de manera más neutra, pero lo hará al llegar al trono, mientras esperan a los renegados y a sus aliados Edur. Onrack descubre entonces la profunda herida espiritual de Trull, que lo ha dejado insensible, con el corazón incompleto, como un t'lan Imass mortal, y entiende que le cueste hablar de su pasado. Reflexiona que hablan de los exiliados, no como advertencia, sino para reafirmar su postura, intransigencia ante el mundo cambiante que los rodea. Trull dice que su historia se inicia con una lección: la naturaleza y la exigencia de mantener el equilibrio, lo que genera un escalofrío en Onrack. Continúa: las fuerzas están siempre en la oposición y lucha por el equilibrio, más allá de los dioses, existencia opuesta al olvido, una lucha que abarca todos los opuestos, una inclinación que se tiende a perder de vista. Monok no sabe a dónde quiere llegar Trull, pero Onrack capta su desesperación, cosa que le conmueve.

ESCENA TRES

Lostara y Perla creen que la caída del Torbellino significa que el ejército de Tavore ha entrado en Raraku y marchan hacia el oasis. Perla siente que la diosa concentra su poder para ese choque. Un propósito encerrado en la rabia, un defecto que pueden explotar. Lostara piensa que lo que pasó entre ellos fue un calentón, pero Perla trata de cogerle la mano, lo que ella rechaza. Se detienen sobre una cresta y Perla dice que está pensando en infiltrarse en el campamentos para causar problemas. Además, cree que el líder del Espolón está allí, que la rebelión se inició desde el inicio, que el objetivo de la independencia no era el asunto central y que esos motivos ocultos están a punto de ser revelados. Mientras habla, Lostara ve un objeto conocido entre los adoquines y aparta la mirada. Lostara sabe que Perla quiere conocer esos motivos pero Lostara replica que puede entorpecer los planes en marcha, ya que ni la Emperatriz ni Tavore saben que están allí. Mientras Perla responde, ella recoge el objeto con disimulo. Siguen caminando, hablando sobre los cuerpos de innumerables criaturas del desierto que habían sido arrastrados por un Torbellino nada amable con Raraku. Lostara apunta que Raraku ya está muerto en su mayoría, pero Perla replica que las apariencias engañan, que hay espíritus profundos en ese desierto, aunque Lostara tampoco cree que se preocupen por la vida del desierto. Perla la avierte que respete los misterios de Raraku. Hablan de su encuentro pasado, pero Lostara vuelve a dejar claro que solo quedan cenizas de ese fuego. En un momento, Perla pregunta qué recogió antes y Lostara lo lanza al suelo, diciendole que mire. Cuando Perla se inclina, lo golpea y lo arrastra por la ladera (el oasis está a 2000 pasos), escondiéndose de un grupo de guerreros del desierto que pasa y reconoce como del regimiento Ashok, que pensaba había sido aniquilado.

Cotillion sale de las sombras para hablar con Lostara, que dice que el dios la reclutó. Comenta que Perla estaba a punto de interferir y ella lo dejó inconsciente pensando que él quería el camino libre. Cotillion replica que Perla podría ser útil y le pide que se asegure de que esté despierto mañana por la noche. Antes de desaparecer para ocuparse de otras tareas, le lanza el objeto que había recogido, diciendo que asume que era suyo. Cotillion lo niega, aunque sabe a quién pertenece. Pregunta si puede quedárselo y ella accede aunque al ver su reacción, Lostara piensa que ha cometido un error al dárselo. Cotillion se marcha.

ESCENA CUATRO

Apsalar reflexiona en el templo de Pust, nunca se había sentido tan sola ni tan cómoda en soledad. Estaba cambiando, las capas que cubrían su alma se habían suavizado, en respuesta a presiones invisibles, haciéndole despreciar sus habilidades asesinas, que la aprisionaban y le hacían sentirse como si fuera dos mujeres, lo que la llevaba a preguntarse de cuál se había enamorado Azafrán. Él había asumido el rol de asesino, lo que no encaja con Apsalar la pescadora, creyendo que la semejanza forjaría el vínculo más profundo de todos. Pero para ella eran cadenas y no le consolaba compañía dentro de su prisión. Él amaba a la mujer equivocada y ella amaba a Azafrán, no a Navaja. Estaban juntos, pero distantes, íntimos y extraños, y no había nada que hacer al respecto. La pescadora no pudo soportar la voluntad de la asesina, y Azafrán sucumbió A Navaja. Siente a Cotillion y le dice que desea que hubiese borrado todo su rastro en ella, dejándola inocente. Cotillón replica que la inocencia es sólo una virtud cuando es temporal. Permanecer inocente es una maldición que te encadena y te quita la vida. Apsalar cree que las cadenas son el conocimiento y desea cambiar su camino. Cotillion responde que él caminó en su carne, creciendo el uno a la sombra del otro y que necesita saber su decisión sobre Navaja. Ella replica que no quiere le haga a Navaja lo que le hizo a ella, pues ella ama a Azafrán. Cotillion dice que entiende su lucha, pero que está equivocada. Navaja se siente atraída por la asesina pero no la ama, le atrae su poder. Cotillion dice que el amor cambia con el tiempo, abarcando todo con fascinación infantil. Apsalar no quiere que Navaja muera y sabe lo que debe hacer. Cotillion está complacido, pues le gusta Navaja. Apsalar le pide al dios que cuide de Navaja y él responde que lo hará como si fuera su propio hijo. Cotillion se va, y luego ella también.

ESCENA CINCO

Kalam se esconde en el bosque petrificado, rodeado de serpientes. Percibe un poder demoníaco. Examina su cuchillo de otataralita, pensando en lo poco que sabían del mineral y sus propiedades, de sus efectos impredecibles. Descubrieron por accidente (sólo unos pocos sobrevivieron) que la otataralita reacciona violentamente al calor ya las municiones moranthianas. Pero el secreto es lo que ocurría a la otataralita caliente cuando se lanza magia sobre ella.

ESCENA SEIS

Onrack y el resto llegan a la selva y siguen un sendero. Trull comenta que no es el territorio natural T'lan Imass y Onrack asiente, vienen de un clima frío, pero esta región existe en sus recuerdos. Antes de ellos había otro pueblo, viejo y salvaje que vivían en zonas cálidas: altos, de piel oscura cubiertas de vello, eran los eres y sus enclaves sobrevivieron hasta el tiempo de los imass, el tiempo capturado en esa senda. Monok añade que todos los eres eran invocahuesos, los primeros a los que los espíritus dotaron de conciencia. Trull pregunta si se han ido y Monok lo afirma, aunque Onrack sabe que no es toda la verdad, aunque no se han encontrados eres en Tellann. Trull pregunta si están cerca y si volverán a su mundo después. Onrack dice que sí y explica que el Primer Trono está en la base de una grieta bajo de una ciudad, pero Monok lo interrumpe diciendo que Trull ya sabe demasiado. Trull replica que lo que sabe de ellos no es un secreto: prefieren matar a negociar, no dudan en matar dioses si hay oportunidad, y prefieren arreglar sus problemas de manera chapucera. Pero esta chapuza es demasiado grande, aunque por orgullo no lo admitan. Además, Trull piensa que no sobrevivirá al encuentro con los renegados (algo de lo que Monok se asegurará). Onrack lo sabe y defenderá a Trull, aunque piensa que Monok e Ibra intentarán deshacerse primero de él.

El sendero se abre a un claro lleno de huesos, carne podrida y moscas. Monok explica que los eres no creaban lugares sagrados, pero comprendían que había lugares donde se reunía la muerte, lugares de poder, de nacimiento de lo sagrado. Trull comprende que ellos lo transformaron en una puerta, aunque Onrack puntualiza que los lugares sagrados eres son poderosos y quemaron las barreras de Tellann. Trull pregunta si esos lugares pertenecen al Embozado, pues están conectados a la muerte, pero Onrack responde que son anteriores al Embozado. Su poder viene del reconocimiento de la nada, de un fin, de la vida, del amor. Conocer y comprender que todos debemos morir no es adorar la muerte. Trull señala que los Imass han roto la ley más antigua, con su voto. Onrack lo afirma y su castigo ha sido sobrevivir; espera que el invocador les conceda la absolución. Usan la puerta y Onrack ve la figura de una mujer eres de pechos grandes y caderas anchas moverse hacia Trull. Luego oscuridad y un grito de Trull. Legan a su reino y encuentra a Trull inconsciente, con sangre en su regazo, aunque no de Trull, sino de la mujer eres que había tomado su semilla, dejando tres marcas escarificadas bajo el ombligo de Trull, tres cortes paralelos en diagonal y las huella de otros tres, probablemente que la mujer se había hecho en su vientre. Onrack se pregunta por qué el eres tomó la semilla de Trull intencionadamente. Trull sigue inconsciente, con la mente en otra parte, y Onrack sintió una especie de hechicería eres, una senda apenas formada, al borde de la nada.

Aparece la aptoriana montada por Panek y una veintena de cuerpos. Panek pregunta si eso era todo lo que Logros podía ofrecer. Monok ignora la pregunta y les dice que no son bienvenidos, a lo que Panek responde que están allí para proteger el primer trono. Onrack pregunta quiénes son y quién los envía. Panek se identifica, pero no responde a la segunda pregunta. Ellos guardan la sala exterior, pero la cámara, el hogar del Primer Trono posee un guardian, el que nos manda. Panek dice que tal vez ella pueda responder y los envía allí.

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